El arte de no sobre-diseñar

Si tuviéramos que integrar el diseño de interiores dentro de una categoría lo más global posible, desde luego acabaría en el mismo saco que las artes y otras disciplinas humanísticas: busca la belleza, trabaja con la expresión y, aunque su valoración última es subjetiva, sí que hay unas métricas y unas técnicas que permiten detectar la maestría en la obra de su autor. O la ausencia de ellas...

En este último caso, una de las "red flags" más evidentes es la desvirtualización. Desvirtuar una pieza es hacer que se diluya en un espacio, desproveerla de su carácter y condenarla a una expresión mediocre cuando, en realidad, tenía mucho más que demostrar. Cuando ocurre esto es, muy a menudo, porque se ha caído en el error del sobre-diseño, un error al que ningún creador escapa, ni siquiera los grandes artistas consagrados. De hecho, les ocurre más que a nadie, porque está irremediablemente ligado a la obsesión, que no permite detenerse.

Quizás los ejemplos más célebres de la incapacidad de terminar en el momento justo los encontramos en la pintura. Corot, maestro del paisaje, solía regresar a sus obras años después para retocarlas, a veces estropeando la frescura original; incluso sus coleccionistas tuvieron que impedirle que volviera a trabajar sobre pinturas que ya habían comprado. Paul Cézanne era conocido por trabajar sus lienzos hasta el agotamiento, y sus pinceladas, repetidas y obsesivas, lo llevaron a la genialidad, pero también a destruir muchas de sus propias obras ya emborronadas.

No es que esta disciplina tenga una mayor tendencia a la sobrecarga y la obsesión, es simplemente porque deja huella: se puede husmear en capas de pintura que existen bajo lo visible, y siempre estarán allí, lo cual es imposible en la escultura (al trabajarse quitando material, no permite revisitar capas anteriores), la música (es intangible) o el diseño de interiores (su modificación no deja huella, salvo en casos de cambios estructurales).

La importancia del vacío

Volvemos a comparar disciplinas para ver cómo de vital es el espacio para respirar cuando se persigue la virtud:

El silencio en la música

En la composición musical, el silencio es tan importante como las notas. Un ejemplo clásico es el Adagio para cuerdas de Samuel Barber: su intensidad emocional se debe, en gran parte, a los momentos de pausa que permiten que la melodía respire.

La pausa en la literatura

Es sabido que el exceso de descripción de las emociones de los personajes, así como las explicaciones evidentes, van en contra del impacto de la narrativa: primero, porque se le está dando al lector la posibilidad de sentirlo por sí mismo él; segundo, porque se le está tratando un poco de tonto. Raymond Carver es un ejemplo del maestro del minimalismo literario, sin el cual la crudeza de sus historias se diluiría.

El espacio en el diseño de interiores

Toda virtud luce a través de su contrapunto. Por ello, en el diseño de interiores, cada pieza exclusiva merece un espacio vital, mayor o menor según para lo que esté concebida. Como estamos en nuestro terreno, vamos a explayarnos con los ejemplos de muebles que exigen un diseño que respete este espacio:

  • La butaca Barcelona de Mies van der Rohe: Diseñada en 1929 para el Pabellón de Alemania en la Exposición de Barcelona, esta silla es el ejemplo perfecto de cómo una sola pieza puede estructurar y elevar un espacio sin necesidad de más elementos. Su diseño limpio, con una estructura de acero inoxidable y un tapizado de cuero, es capaz de definir el carácter de una estancia con su sola presencia.

  • La mesa Noguchi, equilibrio entre escultura y funcionalidad: Isamu Noguchi diseñó esta mesa en 1947 y sigue siendo un referente absoluto. Compuesta por dos piezas curvas de madera que sostienen un cristal, su ligereza visual redefine cualquier salón o despacho en el que se coloque. No requiere más mobiliario ni ornamentos; su propia forma genera un diálogo con el espacio.

  • La mesa de centro Mongofre de Bosco: Perdonadnos la osadía de incluirnos en la lista, pero la mesa Mongofre bien lo merece. Su estructura sigue las formas naturales de la raíz de teca, presentando texturas, vetas y cavidades que resaltan la belleza rústica de la madera. Su acabado natural realza los tonos cálidos y los contrastes propios del material. Como ocurre con las grandes piezas de diseño, no necesita ornamentos adicionales para destacar; su sola presencia estructura y ancla el diseño a la materialidad pura.

Ahora que está claro que sin silencio no hay música, sin pausas no existe la literatura y sin vacío no hay diseño de interiores, vamos a intentar buscar algunas claves para evitar el sobre-diseño.

Cuándo detenerse

Un interior bien resuelto sabe jugar con los silencios visuales: espacios en blanco, paredes libres, zonas de transición sin obstáculos. Esto no significa austeridad extrema, sino jerarquizar lo que importa y permitir que cada elemento respire.

En carpintería y mobiliario, la elección del material, la dirección de las fibras o el tipo de ensamblaje pueden ser suficientes para definir la identidad de una pieza. No siempre es necesario añadir molduras, incrustaciones o tratamientos superfluos. Una mesa de roble macizo bien proporcionada no necesita más que su estructura y su acabado natural para transmitir solidez y elegancia.

Saber cuándo una pieza o un espacio está terminado es una cuestión de atención y experiencia. Algunos criterios para determinarlo incluyen:

  1. Funcionalidad resuelta: Cada elemento cumple un propósito claro sin generar redundancia, entendida como la presencia de elementos adicionales que no aportan funcionalidad ni enriquecen el diseño.
  2. Equilibrio visual: No hay elementos que compitan entre sí por protagonismo.
  3. Cohesión de materiales: Se ha mantenido una línea coherente sin introducir texturas o colores innecesarios.
  4. Espacios de respiro: Se han dejado vacíos estratégicos para evitar la saturación.

Y ahora que hemos terminado este análisis exhaustivo, vamos a hacer eso que nos encanta y que, si no leéis a menudo, seguro que ya empezabais a sospechar: desmontarlo. Porque cuestionar los patrones establecidos es el motor de la evolución y porque el arte lo permite. Si llega un diseñador de esos que están tocados por la varita o por la Tramontana, la línea es muy fina, y crea un espacio cuya gracia recae en la sobrecarga, nos quitaremos el sombrero, nos tragaremos nuestras palabras y brindaremos por todos esos principios deslavazados que estamos a punto de abandonar. Los despediremos con el primer trago de vermut, como ya hemos hecho otras veces.

Que el diseño siempre desafíe nuestras fronteras.

Compartir

Productos relacionados

  • Nuevo
Forat Forat Forat

Forat

330,00 €
Silla Forat de madera de teca con acabado natural y trenzado con cuerda de polyester para exterior
  • Nuevo
Santandria Santandria Santandria

Santandria

195,00 €
Taburete Santandria en madera maciza de suar natural