Los arquitectos y los interioristas experimentados compartimos una especie de superpoder que es el de medir objetos y espacios sin necesidad de herramientas y con una precisión milimétrica. Pues bien: aunque nos hubiera gustado, no nacimos así. Lo hemos hecho y lo hacemos tanto que nuestro ojo parece haber integrado un sistema de escalas en su iris que, si falla, lo hace por poco y, a menudo, por sueño.

Dentro de todas las escalas y medidas que manejamos hay una que escapa a lo estricto, exacto e, incluso, definible. Y aunque pareciera que nos ha de aterrar, en realidad nos encanta, porque da sentido a nuestro trabajo y lo hace extensible al ámbito del arte. Hablamos de la “Escala Humana”. Esta escala trata de la utilización del hombre como patrón de medida para el establecimiento de unas proporcionalidades armónicas, justas y placenteras. Y como esa categoría de “hombre” es generalista y nos incluye a todos, desde los más bajitos hasta los ases del baloncesto, imaginaos lo flexible que es. No habla de centímetros, sí de sensaciones. Florencia, por ejemplo, considerada la ciudad a escala humana por excelencia, siempre deja ver el cielo entre sus edificios y en cada rincón sorprende con belleza.

Pues bien, hemos tenido la tremenda suerte de participar en un proyecto que ofrece un espacio para la expresión que, a nuestros ojos, es simplemente perfecto, sin excesos ni carencias. Se trata de Son Xoriguer, en Ciutadella, Menorca. La distribución, luz y tamaño de sus estancias, así como el marco de naturaleza exterior, permite algo poco habitual: sobre una base artesanal y serena de marcado diseño mediterráneo, incorporar piezas de otros estilos que enriquecen el alma mediterránea sin desplazarla; si acaso, elevándola.

Eso es lo que hizo, con maestría y nuestros muebles, Anna Mir Studio de Interiorismo. Su trabajo se ha basado en una selección meticulosa de materiales y piezas únicas, así como en el encargo a Bosco de muebles exclusivos, de marcado carácter mediterráneo y diseñados a medida que ha sido todo un placer fabricar. Cada elección responde a una intención precisa: integrar la arquitectura con el paisaje y lograr la armonía de unos elementos que tradicionalmente generarían conflicto.