Un mar, una península y todo un océano separan Japón de Menorca en el mapa, una distancia equiparable, si la convertimos en algo simbólico, a la que aleja ambas culturas y la naturaleza de sus territorios. Tanta es la diferencia que, en Japón, incluso, tienen un elemento esencial más que nosotros: además del agua, el fuego, el aire y la tierra, catalogan al vacío, a la nada. “Godai” es el nombre que define el conjunto de esos cinco elementos y “Kū” es el último, ese que representa lo que no se puede ver pero lo impregna todo. Es el espacio, el alma, lo invisible que da sentido a lo visible. Y nos gusta pensar que, en el proyecto que hoy os presentamos, ese Kū lo ocupa un alma mediterránea en la que nosotros, Bosco, hemos tenido mucho que ver.

Godai es el restaurante al aire libre del Hotel Suites del Lago, del cual ya os hemos hablado en una anterior ocasión. Está dirigido por el reconocido chef Julián Mármol, galardonado con estrella Michelin y conocido por su personalísimo enfoque de la cocina japonesa. La propuesta gastronómica de Mármol no se adapta al entorno, sino que lo integra: usa ingredientes de aquí para cocinarlos como se hace allá.

Y desde Bosco nos ha tocado hacer algo similar: debíamos ser mediterráneos, sí, pero irnos a lo esencial, tal y como suele ocurrir en Japón. Todo lo que creáramos debía estar ahí por una razón. Y aquí las nuestras:

Mobiliario que estructura el conjunto

Las sillas G-15 arcan con firmeza el ritmo del espacio. De madera natural, con respaldos envolventes tejidos en cuerda trenzada a mano, combinan estructura y ligereza con una precisión casi coreográfica. Son piezas de gran presencia —por su altura, por su volumen, por su gesto gráfico—, pero al mismo tiempo abiertas, aireadas, pensadas para dejar pasar la luz y acompañar sin saturar.

El patrón geométrico del respaldo aporta textura y profundidad visual, mientras que el cojín tapizado en gris piedra matiza el conjunto, aportando una comodidad serena y amable. Aquí, la silla no es un añadido: es una herramienta de orden, un gesto que delimita, sugiere y acoge. En un restaurante donde el vacío también habla, las G-15 hacen de pausa y de frase al mismo tiempo.

Mesas que conectan con la tierra

Las mesas, también nuestras, han sido fabricadas en teca reciclada. Su combinación de formas, circulares y rectangulares, promueven el juego de la geormetría. Pero, a la vez, cada tablero está compuesto por lamas anchas y conserva las irregularidades propias de la madera recuperada: vetas vivas, tonos irregulares, pequeños nudos que narran una historia de usos anteriores. Son mesas honestas que, sin embargo, respetan la harmonía de las formas calculadas.

Sofás que nacen del espacio

En el centro del restaurante, abrazando la vegetación que articula el espacio, encontramos unos sofás integrados en la propia estructura arquitectónica. No están allí como añadido, sino como una parte funcional que habla el mismo idioma que el lugar. Construidos directamente sobre el perímetro de los maceteros, con líneas limpias y tapizados en gris piedra, funcionan como una silla más, sin necesidad de parecerlo. Son la expresión más pura del Kū: no interrumpen, no compiten, no decoran. Están.

Godai es, en definitiva, un lugar donde nada busca sobresalir y, sin embargo, todo permanece. Donde el vacío tiene un sentido: permitir que los materiales hablen por sí mismos y dejar espacio para el alma. O, quizás, —y esta versión nos encanta— para que cada cual lo interprete a su manera, a través de su propia vivencia del momento. Y, por tanto, concediéndole al lugar la posibilidad de ofrecer algo distinto en cada visita.