He aquí otro tipo de intervención con una premisa clara: en un terreno abrupto, pedregoso y sin apenas líneas rectas, los muebles no solo cumplen una función práctica, sino que estabilizan visualmente el paisaje. Las piezas que hemos fabricado a medida para Es Xocolater se adaptan al desnivel natural, sin ocultarlo, y lo hacen ganando horizontalidad, escala y ritmo.

Los sofás modulares, con estructura de madera clara y cojines generosos, permiten configuraciones abiertas y flexibles. La proporción de cada módulo está pensada para que el conjunto mantenga una silueta baja y horizontal, que no interfiera con la lectura del entorno ni impida la vista. Los tejidos, en tonos crudos, blancos rotos y verdes oliváceos, actúan como filtro entre la piedra y el cielo: aportan luminosidad sin frialdad, y ordenan el espacio sin marcarlo.

Las tumbonas repiten esta lógica: estructura sólida, líneas limpias, respaldo reclinable y ruedas integradas. Están dispuestas siguiendo el trazado natural del terreno, sin necesidad de plataformas ni suelos añadidos. El resultado es un espacio de descanso que no necesita ser delimitado, porque la continuidad del mobiliario con el terreno ya marca la función.

En las zonas de comedor al aire libre, las mesas de madera maciza se combinan con sillas de lona tensada en tonos neutros. Son piezas robustas pero ligeras, capaces de resistir el clima mediterráneo sin renunciar a la comodidad. La sencillez de los materiales y la claridad de la paleta refuerzan una idea de diseño sin artificio, donde la belleza surge de la proporción y el uso consciente de los elementos.

Como veis, trabajamos sin invadir ni esconder, pero dejando que se note que, tras cada nuevo proyecto, hay una firme decisión nacida de una vocación.